Abres la ventana, casi dormida, te levantas de la siesta. Y es esa costumbre que tienes de dejar tender la ropa en una sonrisa, la que me hace sonreír a mí también. Estoy de frente, como otras tardes, o estaba, aburrido y dejando pasar la vida ante mí, ante ti. Tú me mirabas todos los días, unos así, como ahora en presente escrito, o pesado pasado. Sé que me repito, y que si fuese verdad que dejase correr tan deprisa la vida, hace tiempo que hubiese ganado para mí alguna medalla, o batido alguna meta. Siento que no me falta de nada en esta tarde, la que ahora imagino en mi cabeza y repito en estas palabras, o tal vez, hacer de cada rayo que me golpea la cara un pellizco:

«Despertarme con ese jarro de agua fría que es este baño de sol caliente».

(Hablo sin sentido, como soy, un inconsciente).

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