¡Déjame (…)

(…) dormir! Con una sonrisa en la cara, que yo a ti nada te debo.   ¡Déjame descansar! De tu crítica mirada, y tu acusador dedo. ¡Déjame yacer! Ante la vida, y en despreocupada posición. ¡Déjame ser! Todo eso que tú ni eres, ni serás, por cobarde ambición. ¡Déjame vagabundear! Solamente.